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Tetecoloh: café local que compite sin imitar

Tetecoloh: café local que compite sin imitar

Redacción por: Fanny Esquivel
Fotografía por: Juan Rodrigo Llaguno

Aquí te contamos cómo este proyecto joven se ganó a Monterrey con sabor, trabajo justo y visión mexicana.

Pocas bebidas reconfortan tanto como el café, en México y en el mundo entero. Por esto, entrevistamos al equipo detrás de Tetecoloh, negocio que empezó como una pequeña idea. Ahora, a casi dos años de su primer autoservicio en Vasconcelos, los socios siguen firmes en sus convicciones de apoyar el mercado local y nacional.

Alejandro Guajardo y Diego Guzmán se conocieron en la UDEM. Lo que empezó como una lluvia de ideas tomó forma con la llegada de un tercer socio y amigo de Diego, David Garza. El proyecto sigue dando frutos y llena de orgullo al equipo, ahora también integrado por Mariano Villarreal.

El concepto es simple, pero atractivo. Tetecoloh es uno de los pocos cafés autoservicio en la ciudad, y su éxito recae en llevar buen café mexicano a los regios ajetreados que buscan un respiro en el día a día. Alejandro y David subrayan que la importancia detrás de estos proyectos nacionales es demostrar el valor de una empresa socialmente responsable y con mucho orgullo mexicano. “Que le agarren amor a su país, que lo incluyan en su sociedad”, reitera Alejandro. Con su filosofía de “Despierta México”, el equipo no solo busca estar presente en los amaneceres de sus clientes, sino fomentar un consumo más consciente para generar mejores empleos y valores.

Aunque les encanta esta bebida, el equipo tuvo que aprender desde cero muchas cosas para poner a andar su negocio y hacerlo rentable. Pero ahora las cosas se han estabilizado y día a día parecen mejorar, con dos sucursales nuevas en Garza Sada y una ética de trabajo que se refuerza con los buenos resultados.

En la entrevista también recalcan la importancia de ofrecer algo de buena calidad, bonito y a un precio justo. Un costo que refleje todo el trabajo y dedicación detrás de una taza bien hecha. Ni más, ni menos. Dejar atrás el malinchismo y apostar por la oferta de emprendedores mexicanos. Con el apoyo del consumidor, mejores propuestas enriquecen la oferta en la ciudad sin necesidad de depender de un proveedor externo para todo.

Además, el negocio se asegura de que su personal en los locales sea cien por ciento femenino. “Contratamos a puras mujeres. Decidimos por el tema de organización, limpieza y el trato a la gente, y aparte para apoyar a mujeres con trabajos justos y bien pagados”. La capacitación del personal, como en cualquier negocio, es un reto. Pero el equipo cree en la importancia de dar una oportunidad a sus empleadas. Y que el beneficio no sea solo para el negocio, sino también para ellas, que puedan crecer como profesionales y personas.

¿Por qué eligieron el nombre Tetecoloh?

Tetecoloh significa “búho” en náhuatl.
Decidimos que fuera un concepto cien por ciento mexicano. Lo escogimos por el tema de qué lenguaje o qué idioma se apega más a las raíces de nuestro país. Y creo que nadie te discute que el náhuatl. Buscamos algo que se adaptara, que aunque sonara raro, a la gente se le quedara en un futuro. Al principio la gente le decía Tetechulo, el café del buhito, tetequile, y estaba padre porque al final de cuentas se les quedaba en la cabeza y se les quedaba la imagen del proyecto.

¿Cómo empezó el primer autoservicio y cómo crecieron?

Tetecoloh significa “búho” en náhuatl.
Nos tardamos más o menos un año en arrancar la primera sucursal, que es la de Vasconcelos en Plaza Campestre. Decidimos que fuera un contenedor marítimo, para que fuera fácilmente replicable en el futuro. Al año anunciamos la apertura de la segunda sucursal en Plaza Regia de Garza Sada. A dos meses de eso, abrimos en Distrito Tec. Esa no estaba planeada, y fue un reto, porque las otras surgieron con inyección de capital y crecimiento orgánico, y la tercera fue con puro crecimiento orgánico. Igual con la cuarta, que abrimos en el corporativo de Cemex.

Ahora tenemos un año y seis meses, y creo que estamos donde queremos estar. Tenemos retos como la estandarización, el tema de personal y la logística. Y son cosas que hemos estado aprendiendo y que estamos encantados. Cuando empezamos el proyecto, ninguno de los tres sabía de café y ninguno de los tres había tenido un negocio de comida antes.

¿Cómo le hicieron para instruirse?

Nos capacitamos; cada quien agarró su rol. Por ejemplo, David se concentró en temas de máquinas, software, operación dentro de la sucursal. Diego se encargó de capacitarse en bebidas, recetas, café. Y yo me encargué de toda la parte legal y de recursos humanos. Entre los tres apoyábamos y opinábamos en todo, pero cada quien llevaba la batuta en cierta área, y yo creo que eso es parte esencial de que hayamos funcionado hasta ahora. Aunque los tres participamos en todo, cada quien sabe cuál es su área, dónde tiene su voto de calidad, y hemos sabido respetar esas líneas.

¿Cuál es la filosofía detrás de Tetecoloh?

“Despierta México”. Es lo que marca el rumbo de nuestro negocio, es un mensaje de solidaridad que tenemos con nuestros clientes. Les pedimos que despierten, en el sentido de que apoyen lo local, que crean en los emprendedores jóvenes mexicanos que sabemos hacer las cosas bien, que estamos intentando mejorar constantemente y que le agarren amor a su país e incluyan ese amor en su sociedad.

¿Cuántos tipos de café ofrecen?

David: Uy, muchísimos. Ofrecemos diferentes bebidas calientes. Los típicos son el latte, el moka, el capuchino. Pero también tenemos unas bebidas que no es costumbre encontrar en muchas cafeterías aquí, como el menta-latte. Otras bebidas incluyen los frappés y variedades con las que jugueteamos antes de crear el proyecto.

Alejandro: Básicamente tenemos diez bebidas calientes, donde puedes encontrar lo típico, lógicamente todo con un sabor original. También hay diez tipos de frappés con tres versiones originales: el pay de queso, el choco-menta y el chocolátano. Y uno nuevo llega en las próximas semanas, el cual va a ser un frappé de mazapán. Aparte de esos diez frappés, tenemos dos bebidas más frías: el batido de frutos rojos y el de jugo verde.

¿De dónde obtienen el café?

Lo traemos de la sierra de Zongolica, Veracruz. Está a unos 1,200 o 1,400 metros de altura. Para descubrirlo pasamos por algunas catas de café, algunas muestras de varios vendedores, nos gustó mucho esa variedad y escarbamos hasta encontrar a los productores y los fuimos a visitar. Fue una experiencia bastante enriquecedora, y parte de esa visita fue lo que inspiró nuestra misión y visión.

¿De qué manera se distingue su café?

Nos gustó mucho, primero, por el sabor, que no es cien por ciento gourmet. Si hablas con expertos en café, te van a decir que el de Chiapas es el mejor, el de más altura. Nosotros queríamos brindarle a la gente algo cotidiano, algo que los sacara de su rutina con una experiencia agradable. Y aunque las cosas gourmet y elevadas te sacan de tu rutina, no es algo que puedas hacer día a día. Entonces lo sientes inalcanzable, como un gasto. Queríamos algo que se les hiciera fácil, bonito, atractivo y a precio justo. Porque no te digo que regalamos productos, pero es un precio justo si tú ves todo lo que hay detrás. El ochenta por ciento de nuestros insumos son mexicanos, y el veinte por ciento restante no se produce en el país.

¿Cómo se educa el gusto del cliente a través de un buen café?

La gente empieza a autoeducar su paladar sin saberlo. A lo mejor no pueden distinguir que algo tiene más cuerpo, más aroma o más acidez. No se dan cuenta de eso porque no saben identificar los conceptos. Pero cuando estamos en las sucursales, procuramos estar muy cerca de la gente y comentan: “Oye, ¿sabes qué? Yo ya nomás compro tu café y el de Azúcar Morena o el de Guayoyo o el de Mille Délices. Ya no voy a comprarlo en Starbucks, el Seven o el Oxxo porque ya no me gusta. Y no sé por qué, nomás ya no me gusta”. Entonces, yo creo que eso es algo padre, sí lo considero una nueva tendencia para las cafeterías locales.

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