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Rudy Joffroy: entre sushi, viajes y fotos de comida

Rudy Joffroy: entre sushi, viajes y fotos de comida

Redacción por: Cecilia Vázquez
Fotografía por: Juan Rodrigo Llaguno

Foodie empedernido, Rudy mezcla marketing y gastronomía en cada proyecto. Aquí cómo vive su pasión por comer bien.

Desde su participación en una app gastronómica hasta sus viajes culinarios, como restaurantero o como cocinero aficionado, la comida ha marcado la vida de Rudy Joffroy en mil formas diferentes.

Rudy Joffroy tiene una agencia de medios y mercadotecnia, pero, además de su familia y su trabajo, puede decirse que la gastronomía es otra de las pasiones que ha ido marcando su vida en distintos aspectos.

El sonorense, que se considera regio de corazón, tiene un libro con los top 100 restaurantes para foodies y los va tachando cada que visita uno, le gusta enseñar a sus amigos a preparar sus tacos con tiempo y dedicación,y en cada viaje se asegura de investigar lo que quiere degustar y los mejores lugares para hacerlo.

“Cada comida y cada bebida es un aprendizaje y experiencia, siempre y cuando estés consciente”, asegura Joffroy, “es un movimiento en el que vamos adiestrando el paladar, hasta echarle ganas a tomar las fotos (de comida)”.

Después de 15 años de dedicarse al cine, Rudy decidió poner un negocio que le permitiera quedarse en un solo lugar. Cuando tuvo su primer hijo, abrió el Mirai en su natal Nogales junto a su esposa Marcela, restaurante en el que permanecería por tres años. Esta experiencia lo llevó a conocer del negocio culinario y a saber hacer sushi, filetear pescados y demás.

También en Sonora comenzó un blog en el que hablaba de todo tipo de comida. Y desde entonces empezó a tomar fotos de platillos, costumbre que continuó a su vuelta a Monterrey. Por dicha presencia en redes sociales, sus amigos y seguidores pensaban que trabajaba con diferentes restaurantes, algunos de los cuales sólo visitaba como comensal.

Lo que es cierto es que muchos de los negocios con los que ha colaborado su actual agencia son establecimientos gastronómicos, como Bardot, Chino Latino, Kampai y muchos más. La cocina asiática es su favorita y se ha involucrado de una manera u otra en la misma. Es compadre de Jorge Ureña, de Kampai, grupo con el que trabajó desde 1999. Éste además es el restaurante favorito de su hija, a quien Rudy lleva a probar sushi a diferentes partes.

¿De dónde viene tu amor por la comida?

Siempre fui de buen comer. Siempre la comida de casa es la mejor, la de tu madre. Pero también, a través de mi papá, tuve el privilegio de poder viajar mucho desde muy chico. A él siempre le gustó viajar y comer y nos tocaba ir a buenos restaurantes. Me acuerdo, a muy temprana edad, probar el sushi por primera vez cuando yo creo que en México ni existía. No me acuerdo el nombre, pero fue en un restaurancito en Vail, Colorado, en un viaje de esquí. Él siempre nos inculcó los buenos restaurantes, probar comida francesa, el escargot, a no tenerle miedo al caracol. Cuando empecé a viajar por mí mismo, hacía los viajes muy bien planeados buscando estos buenos restaurantes.

Siempre fui de buen comer. Siempre la comida de casa es la mejor, la de tu madre. Pero también, a través de mi papá, tuve el privilegio de poder viajar mucho desde muy chico. A él siempre le gustó viajar y comer y nos tocaba ir a buenos restaurantes. Me acuerdo, a muy temprana edad, probar el sushi por primera vez cuando yo creo que en México ni existía. No me acuerdo el nombre, pero fue en un restaurancito en Vail, Colorado, en un viaje de esquí. Él siempre nos inculcó los buenos restaurantes, probar comida francesa, el escargot, a no tenerle miedo al caracol. Cuando empecé a viajar por mí mismo, hacía los viajes muy bien planeados buscando estos buenos restaurantes.

¿Tú cocinas?

De estudiante, lo típico: nos hacíamos nuestra propia comida y me di cuenta de que no me salía tan mal. Hacía experimentos de una quesadilla con un poco más de cariño, hasta el mismo sándwich. De casado me he involucrado mucho en la cocina. Era muy fanático de Top Chef, toda esta nueva gama de un poco más atención a la cuestión gastronómica. De ahí me inspiraba mucho para cocinar en casa. Lo único es que mi mujer se quejaba de que hacía mucho cochinero. Me decía: “No eres Emeril Lagasse, no tienes que tirar la sal de tres metros atrás”. Pero a pesar de eso, a Marcela, mi esposa, le gusta mucho cómo cocino y para mí siempre fue como tiempo muy mío: estar en la cocina, preparar, ir a hacer las compras específicas para lo que iba a cocinar. La ejecución en sí era tiempo para mí de relajación y meditación.

¿Qué tipo de comida prefieres?

Siempre tuve cariño por la comida asiática y a Marcela y a mí nos encanta la comida oriental. De nuestros platillos favoritos es el pad thai, que lamentablemente en Monterrey no tenemos un restaurante tailandés per se. Han llegado y se han ido. Creo que P.F. Chang’s ofrece uno que no está mal, creo que El Oriental hace un intento también, pero no hay uno auténtico. Nos encanta el curry verde. Como pareja, desde novios, nos atrae esa cocina. La japonesa sin duda es nuestra favorita. Me encanta la china, pero a ella no tanto. Me encanta el pho vietnamita, el sushi, los sashimis.

¿Cuál es tu restaurante favorito?

Para mí, no nada más de comida japonesa, pero el mejor restaurante, punto, en experiencia, en atmósfera, en servicio, calidad de comida, ambiente, es Señor Tanaka, sin duda. Tiene que ver que es cocina japonesa y que lo he vivido desde que nació a través de Jorge Ureña, con platillos que nunca llegaron al menú, hasta experimentos con el mismo chef. Me ha tocado que invito gente o me toca que me digan que yo pida, y la gente dice: “Has de cuenta que vengo por primera vez”, porque muchos se van por los platillos típicos, lo que ven en el menú o recomienda el mesero. Y realmente tiene unos platillos impresionantes y las mil combinaciones que puedes hacer con ellos, al family style, que me gusta mucho.

¿Qué pides en Señor Tanaka?

Depende del humor, pero me encanta empezar con unas tostaditas de atún aleta azul que son deliciosas, las crab claws a la mantequilla y chipotle, una cosa maravillosa. Un platillo que se trajeron del Kitchöan Robata Bar, que lamentablemente cerró –creo que estuvo muy adelantado para su momento– es uno coreano, el bibimbap, una versión diferente al tradicional que normalmente trae huevo. Es arroz con verduras y res que viene en un bowl de piedra hirviendo. Hago un ritual con las cucharas, aplasto todo el arroz y lo dejo como cinco minutos, se ahoga y las orillas se hacen crujientes.

Ni se diga el huachinango tempura, con una salsita avinagrada, cilantro, serrano, cebolla morada, me encanta. La ensalada Alaskan king crab. Los sashimis siempre van cambiando, me gusta pedir el más fresco, con las salsas que hacen ahí o como vienen los pido. El hamachi serrano es uno de los clásicos, pero sugiero que pidan novedades que trae el señor Ureña porque hace experimentos que no están en el menú pero que están listos para servir. El róbalo chileno en salsa de caramelo con habanero, no lo puedes creer ese platillo y poca gente lo conoce, el pescado está hecho a la perfección, viene con bean sprouts avinagrados.

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