El regreso a la normalidad

No necesariamente local significa calidad. Hay que hacer hincapié en consumir lo local bien hecho.
La revolución cervecera “artesanal” (digámosle así a la cada vez mayor demanda de producto interesante y bien hecho, hablando de cervezas sin defectos, off-flavors o contaminaciones) se ha convertido en una de las primeras más grandes objeciones a la innecesaria globalización de los alimentos y bebidas. Lo cual es más importante de lo que parece a primera vista, ya que representa el gradual triunfo de la identidad de cada producto y su lucha contra la mercantilización. En la que el consumidor busca y espera una variedad real en lo que consume, no sólo que sea lo mismo con otra etiqueta, además de esperar que las personas que están detrás de esas marcas representen la misma idea que su producto está vendiendo
Desde hace tiempo se ha venido promoviendo esta idea, lo que gente más experta que yo en el tema de los alimentos llama “regreso a la normalidad”, que es consumir local, pero con la fuerte insistencia en que no necesariamente local significa calidad, sino en consumir lo local bien hecho.
Desde hace tiempo se ha venido promoviendo esta idea, lo que gente más experta que yo en el tema de los alimentos llama “regreso a la normalidad”, que es consumir local, pero con la fuerte insistencia en que no necesariamente local significa calidad, sino en consumir lo local bien hecho.
No dejemos que el miedo a perder usos y costumbres nos quite la oportunidad de mejorar lo que se pueda mejorar, de cambiar lo que se haya que cambiar y eliminar lo que tenga que ser eliminado.
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